(Jubilación: del latín jubilare, que
significa gritar de alegría.)
O muy pronto o demasiado tarde:
Parece que nunca
es el momento ideal para pensar en la jubilación. Mezcla de miedo, pereza y
negación, tenemos la tendencia natural de retrasar enfrentarnos a esta
transformación vital y cuando nos queremos dar cuenta, parece que se nos viene
encima.
Hasta ahora hay
una fecha marcada, los 65 años, para poner fin a la vida laboral y pasar a la
mal llamada “vida pasiva”. Pero en futuro cercano, sabemos que habrá cambios
estructurales en nuestra sociedad, entre ellos:
1.
Con
una esperanza de vida cada vez mayor, hay que asimilar que los 65 años marcan
ni más que menos que el comienzo de los “30 años de gracia”, es decir, que aún
nos quedará por delante casi un tercio de vida.
2.
La
mayor longevidad, unida a la menor natalidad, forzará a que la edad de jubilación
se retrase paulatinamente cada vez más. Hay quienes se plantean, incluso, que
nunca dejaremos de estar activos. A esto se sumará una menor tasa de
sustitución en las pensiones, es decir, cobraremos menos dinero por parte del
estado.
3. Finalmente, la vida de 100 años marcará el final de las tres etapas a las que estamos acostumbrados y tendremos a lo largo de toda nuestra existencia períodos de formación, de trabajo y de retiro alternadamente.
Diferencia entre hombres y mujeres
La mayoría de
nosotros fantaseamos con la jubilación desde la vieja narrativa, los hombres de
una perspectiva más optimista tipo “Golden age” y las mujeres más pesimistas, según
un estudio hecho en el Agelab del MIT: (1)
·
Los
hombres tienen una visión mucho más placentera a la hora de proyectar su propia
jubilación. Las palabras que más mencionan son: independencia, entretenimiento,
vacaciones y “suficiente” (conformidad). Contrariamente, no expresan palabras
relacionadas con un proceso como: planificar, invertir, seguros, finanzas…
·
Las
mujeres, en cambio, sí se centran más en el proceso, “¿cómo voy a conseguir mis
deseos y necesidades?”, “¿cuál será mi recompensa?”. Las mujeres hablan con más
preocupación y stress porque, de manera natural, están más cercanas a los
cuidados de otras personas mayores y conocen de cerca los retos que depara la
vejez.
Podríamos resumir
que los hombres esperan relajarse durante las décadas que les quedan mientras
que las mujeres prefieren pensar en cómo envejecerán.
Prepararse
para la transición:
Hasta ahora hemos
visto que pensar en la jubilación es algo que nos cuesta y que, cuando lo
hacemos, proyectamos visiones más optimistas o pesimistas según nuestro género.
Pero realmente,
jubilarse, es una de las grandes transiciones que atravesamos a lo largo de
nuestra vida y, a diferencia de otras, no está vinculada a rituales específicos
ni a una preparación en particular.
Solo me vienen a
la memoria las típicas películas americanas donde los colegas le organizan una
fiesta sorpresa a “Bob”, y él se dedica a contar anécdotas graciosas mientras
el resto hace un corrillo a su alrededor mientras beben cerveza.
Dicho esto, es
importante que tomemos conciencia de lo siguiente:
·
Jubilarse
ahora no es lo mismo que jubilarse antes, lo que vemos en nuestros padres ya no
vale.
·
No
basta con proyectar desde la vieja narrativa, sea positiva o negativa.
·
Como
toda transición en la vida, hay que darle su espacio y prepararse para ella.
Cultivar Activos
tangibles, intangibles y transformacionales.
Al preparar este
artículo, hice una búsqueda rápida en Google y puse “planificar jubilación”.
Las páginas principales que salieron estaban TODAS relacionadas con la
planificación financiera, es decir, con cómo ahorrar dinero para tener una
pensión complementaria.
Pero como he
dicho muchas veces: “envejecemos como vivimos”, entonces, planificar nuestra
propia jubilación no se limita a ahorrar para tener esa tranquilidad económica.
Significa mucho más, sobre todo, si pensamos en esos 30 años de gracia de los que
hablé al principio.
En el libro “La vida de 100 años” (2) lo explica muy bien. Planificar nuestra jubilación implica reflexionar, planear y tomar decisiones proactivas a lo largo de toda la vida para generar un capital de activos de tres tipos:
- tangibles
- intangibles
- transformacionales
Los tres tipos de
activos se complementan entre sí y lo más importante de todo: tienen que estar
en equilibrio para que haya una coherencia entre lo que soñamos y lo que
obtenemos.
Voy a describir
brevemente cada tipo de activo, aunque es un tema que profundizaré en otro
artículo porque me parece fundamental desarrollar más conceptos alrededor de
ellos:
1.
Activos
tangibles:
Antes de ponernos en manos de un asesor financiero, el ejercicio que hay
que hacer es pensar: Qué tipo de jubilación quiero tener y cuánto dinero voy a
necesitar para vivir de acuerdo con ello. Desde ya os digo que las sorpresas no
son pocas.
Otro aspecto importante es superar los típicos mitos:
a)
Pensar
que es posible vivir con un 50% de tasa de sustitución
b)
Pensar
que nuestra vivienda puede usarse para financiar parte de nuestra jubilación
c) Pensar que siendo más agresivos en nuestras inversiones lograremos mejor rendimiento
2 Activos
Intangibles:
Son los que no tienen precio, pero, paradójicamente, los más valiosos. El
cultivar y hacer crecer este tipo de activos es lo que nos permitirá no solo
gozar de una buena jubilación, sino de llegar a ella en armonía y equilibrio
con nuestro propósito. Tarea nada fácil, pero vital si queremos disfrutar de
nuestra larga vida. Voy solamente a enumerarlos:
a)
Activos
productivos:
·
Competencias
y conocimientos valiosos
·
Rentabilidad
del aprendizaje y la formación
·
Valorar
el conocimiento (lifelonglearning)
·
Redes
de colegas (networking)
·
Reputación
b)
Activos
vitales:
·
Salud
y bienestar
·
Vida
equilibrada
· Amistades regenerativas
3.
Activos
transformacionales:
a.
Autoconocimiento
b.
Conectado
a redes amplias
c. Proactividad y apertura
Tipos de jubilados
Para ir
finalizando, me gustaría comentar brevemente también los estilos de jubilados
que ha identificado el Dr Bartolomé Freire como resultado de un estudio que
recoge en su libro “La jubilación, una nueva oportunidad” (3).
Esta clasificación actitudinal nos puede valer de espejo a la hora de reflexionar sobre qué tipo de jubilación queremos tener y, a partir de ahí, construir nuestro propio plan equilibrado y coherente. Las cinco estrategias para vivir la jubilación, según el estudio, son:
- Atareados: +/-30%. Más hombres. Fuertemente identificados con su cometido laboral. Buscan otra tarea “eje”.
- Disfrutadores: +/- 35%. Más mujeres. Intentan evitar compromisos y horarios.
- Sosegados: +/- 10%. Buscan tranquilidad, sin tensiones, y moverse en entornos cercanos.
- Exploradores: +/- 10%. Más mujeres. Prejubilados, más jóvenes, buscan renovarse o ampliar horizontes. Ven un punto de inflexión para hacer cosas nuevas.
- Desenfocados: +/- 15%. Prejubilados por la empresa. Descartados del mundo laboral sin quererlo. No tienen proyecto con sentido propio, están abiertos a responder a necesidades ajenas y ayudar (hijos, pareja, amigos…) están poco satisfechos.
Todas las opciones pueden ser válidas, si es la opción que conscientemente hemos elegido.
Pero entonces, ¿cuándo hay que empezar a planificar?:
Un estudio recogido
en “La vida de 100 años” arroja que nuestro mayor rendimiento en capacidades
financieras sucede al final de los 40 y mediados de los 50. (2)
También creo que
al llegar al “midlife” es un buen momento para hacer balance, pararnos a pensar
sobre qué tipo de jubilación queremos tener, trazar líneas de actuación que
implique cultivar los activos tangibles, intangibles y transformacionales y
ponernos manos a la obra.
Creo que entre
los 40 y los 50 es el momento justo, ni pronto, ni tarde.
Y tú, ¿sueñas o planificas tu jubilación?
Fuentes:
Crédito fotografía: Photo by Igor Ovsyannykov from Pexels
1. “Longevity
Economy.”
2. “La vida de
100 años.”
3. “La jubilación,
una nueva oportunidad.”
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