24. La Generación Sandwich





¿Quiénes forman parte de la Generación Sandwich?

Según las fuentes, se le atribuye la autoría del término a dos posibles autores: algunas citan al psicólogo estadounidense Quaeshi Walker y otras a la trabajadora social Dorothy Miller, en un artículo publicado en 1981.
Más allá de esta discrepancia, todas coinciden en que la Generación Sandwich corresponde al segmento de la población de entre 35 y 55 años, que se ven obligadas a cuidar a sus hijos mientras atienden a sus padres y/o suegros, encontrándose, metafóricamente, en medio de dos compromisos. (1)

Hay dos tipos de personas en la generación sándwich:


  • Un grupo son aquellos adultos entre 40 y 59 años que tienen un padre de más de 65 viviendo con ellos o a su cuidado, al tiempo que crían sus hijos menores.
  • El otro grupo es el que asume la responsabilidad del cuidado de los padres y sostiene a sus hijos adultos mientras cursan la universidad o están desempleados.

En breve, con la mayor esperanza de vida, tendremos a cuatro generaciones conviviendo, así que habrá adultos que tendrán que cuidar, además de padres e hijos, de sus abuelos centenarios. De hecho, ¡hay niños hoy que tienen a sus 8 bisabuelos vivos!

¿Cómo surge?

Este es un fenómeno moderno que emerge de una serie de diferentes circunstancias:

  • Mayor esperanza de vida: Hemos visto que las mujeres tienen una esperanza de vida de unos 86 años y los hombres 80. La tendencia es que esta esperanza de vida siga aumentando.
  • Envejecimiento de la población: Actualmente tenemos más muertes que nacimientos, por lo que cada vez hay menos gente joven disponible para cuidar a los mayores, y más gente mayor que necesita asistencia debido a su grado de morbilidad o dependencia.
  • Retraso de la maternidad: Desde la incorporación de la mujer al mercado laboral y la mejora en el nivel educativo, sumado a otros factores, las parejas suelen retrasar la edad para tener hijos, estando en España por encima de los 32 años. Solo por hacernos a la idea con un ejemplo concreto, es posible que una mujer de 47 años tenga un hijo de 15 y unos padres de 72.
  • Hijos que no se emancipan: Aun teniendo hijos ya criados y en edad de trabajar, son muchos los jóvenes que no pueden irse de casa para comenzar su vida independiente, permaneciendo en el hogar familiar hasta los 30. A esta problemática, se le suma la alta tasa de paro juvenil, complicando aún más la situación financiera de la unidad familiar.
  • Unidades familiares más pequeñas: Los nuevos estilos de vida hacen que cada vez se tengan menos hijos, perdiéndose la idea de familia “clan” o “tribu” donde había muchas personas de diferentes edades para repartirse las responsabilidades y tareas. Actualmente, la mayor parte de la carga recae en la pareja de adultos, y especialmente, en la mujer adulta.
  • Sistema Nacional de Salud deficitario: No existen las suficientes políticas orientadas hacia el envejecimiento o programas de ayuda a la dependencia, hay menos residencias de ancianos de las que se necesitan, y las que hay, no tienen la calidad que necesitarían, y es más difícil acceder, además de menos organizaciones destinadas al apoyo de personas dependientes.(2)

¿Qué implicaciones tiene?

El denominador común que sale a la luz una y otra vez es el STRESS. Las personas que se ven inmersas en esta situación viven situaciones límites y están sometidas a un nivel de tensión constante difícil de sostener.
Un estudio realizado por la APA arroja que el 40% de las personas entre 35 a 54 años reportan altos niveles de stress (3).
No os sorprenderá saber que hay una mayor incidencia entre mujeres, tal y como hemos visto en artículos anteriores. Sobre ellas recae mayor responsabilidad de cuidar a los mayores (padres o suegros), sus parejas, los hijos, la casa y, desde la incorporación al mercado laboral, también de su trabajo.
Aunque es cierto no podemos limitarnos solo a las mujeres, ya que cada vez son más los hombres que también se ven inmersos en esta misma dinámica y cada vez es mayor el reparto de tareas.
No es de extrañar entonces que ambos miembros de la pareja, y la pareja en sí misma, se verán afectados por esta circunstancia. (2)
El impacto a nivel psicológico, físico, económico y social es muy alto. Es tal el foco en los derechos, obligaciones y necesidades de los demás que, en muchos casos, la persona se descuida a sí misma incrementando los niveles de ansiedad, depresión y otras enfermedades relacionadas con el stress.

¿Qué otras cosas impactan sobre esta generación?

Como si lo anteriormente descripto fuera poco, además de la responsabilidad del cuidado, también recae en este segmento de adultos la responsabilidad financiera del grupo familiar primario:  
  • Hijos: Hemos visto que o bien tienen niños en edad escolar, o bien están cursando la universidad, así como es posible que continúen viviendo bajo el mismo techo por la imposibilidad de independizarse o porque están en paro.
  • Padres: Muchas veces tienen que ayudar a los padres que perciben una baja pensión, especialmente si es una mujer viuda. (la gran mayoría de los casos)
  • Ellos mismos: La pareja tiene que, a la vez que trabajar y sostener el núcleo familiar, prever su propio futuro en vistas de las sabidas dificultades que las pensiones tendrán en el futuro.
Adicionalmente, y aunque hoy no vamos a profundizar en este tema, sabemos que últimamente la obsolescencia laboral de las personas está cada vez más cercana a los 40 años (45/50 según el sector).
Vemos entonces que la carga es física, emocional y financiera. Un cóctel explosivo.

¿Qué hacer?

Frente a esta situación de fragilidad, la APA (American Psychologycal Association), aconseja cuidar las horas de sueño, las comidas, el ejercicio diario, el aprender a manejar las situaciones de estrés de mano de profesionales y/o buscar apoyo psicológico siempre que se necesite. (4)
Personalmente, creo que la clave está en:

  • Conseguir la estabilidad y unidad familiar: Si no se empieza por aquí, poco se puede hacer.
  • Contar con todos los miembros de la familia: repartir tareas, por más pequeñas que sean. Mayores y pequeños pueden colaborar con su granito de arena.
  • Organización, organización, organización: La improvisación diaria solo puede incrementar los niveles de stress.
  • Confianza en el otro: Si alguien asume una responsabilidad, debe cumplirla.
  • Tener tiempo para la desconexión: Puede ser desde ver la serie favorita (45 minutos al día), poder dar un paseo, tomar un café con una amiga o un amigo, descansar el fin de semana, en fin… pequeños momentos que ayuden a bajar la tensión.
  • Buena comunicación: Hablar abiertamente de lo que se siente, de las frustraciones, preocupaciones, problemas… no siempre hay que ser fuerte a costa de quebrarnos.
  • Ampliar nuestra red de apoyo: Vecinos, profesionales especializados, organizaciones sin ánimo de lucro, organismos de gobierno… hay que abrir el abanico de posibilidades y tratar de contar con ayuda extra.
  • Planificación financiera: Muchas veces es imposible pensar en ahorrar un céntimo, pero, en la medida de lo posible, revisar gastos fijos, controlar gastos variables, hacer un presupuesto y ceñirse a él, aprovechar pequeños ingresos extras que se pueden obtener y sobre todo, que todos los miembros sean generosos y conscientes del dinero que hay.
  • Disfrutar de las pequeñas cosas: Es muy difícil ver lo bueno en tanto caos e incluso dolor, pero seguro que hay algunas cosas que nos pueden sacar una sonrisa.
  • Levantar la mano: Cuando ya no se puede más, antes de explotar, pedir “time out”.

Como veis, la longevidad no solo afecta a quienes van envejeciendo, sino que impacta en todo el entorno familiar. No perdamos de vista a los adultos “sándwich”, de ellos depende la estabilidad del hogar y, en definitiva, de la sociedad.

Fuentes

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