La nutrición tiene que ver con la cantidad y calidad de alimentos que consumimos, por supuesto, pero también tiene una función emocional y afectiva que nos lleva a querer compartir esos momentos con otras personas. Nos gusta comer acompañados de nuestra familia, de buenos amigos, compañeros, gente que apreciamos…
Las personas mayores muchas veces comen en soledad; sabemos
que en España unos 2 millones mayores de 65 años viven solos, así que podemos
asegurar que una gran parte de ellos tienen una carencia nutricional si tenemos
en cuenta el sentido amplio de la palabra.
La Nutrición no es un aspecto menor en la salud (física y
emocional) de las personas mayores, ya que se relaciona con la morbilidad y la
mortalidad, conceptos que ya hemos visto en artículos anteriores y que se
relacionan directamente con la calidad de vida.
Gana importancia entonces poder tener un diagnóstico para trabajar
en la prevención y pronóstico de muchas enfermedades debido a la relación que
tienen éstas con los alimentos. Por ejemplo:
- Sal e hipertensión arterial
- Lípidos y arterosclerosis
- Proteínas y úlceras de presión
- Antioxidantes y envejecimiento, enfermedad cardiovascular, deterioro cognitivo y cataratas
- Omega 3 y 6 y cáncer
Un complemento y aliado a la alimentación, es la actividad
física ya que, en combinación con esta, incide en la potencia muscular, la
capacidad funcional, la prevención de caídas, y otros factores que disminuyen y
retrasan la dependencia. Sabemos que Actividad+Alimentación=Envejecimiento
Activo (yo personalmente agregaría a la ecuación la componente “Descanso” o
“Sueño”)
Aunque muchas personas mayores sufren de sobrepeso y
obesidad, la desnutrición está muy presente también.
“Así y todo, la desnutrición continúa siendo uno de los problemas clínicos más frecuentes y menos tenidos en cuenta en la población geriátrica.”(1)
Es muy importante prevenirla identificando los principales
factores de riesgo:
- depresión
- aislamiento social (el no comer acompañado hace perder las ganas de comer)
- ignorancia nutricional (no saber qué alimentos son buenos o necesarios y cuales no)
- obreza (forzando muchas veces a comprar alimentos de baja calidad o escaso valor nutricional)
- anomalías sensoriales (visión, gusto, olfato, etcétera que dificultan la preparación de las comidas)
- deficiencias nutricionales
- enfermedades gastrointestinales (disfagia, odinofagia, dolor abdominal, etcétera)
- deficiencias motoras (artritis, ictus, insuficiencia respiratoria o cardíaca, etcétera)
- alteraciones mentales (demencia)
- dificultad para la masticación
- anorexia debida a la edad (modificada por fármacos, aumento de la saciedad, cáncer o EPOC, absorción o utilización inadecuada)
Vemos que es necesario trabajar en la educación, la orientación y la información sobre formas adecuadas de alimentación y nutrición, tanto de cara a las propias personas mayores, como a sus cuidadores.
Una buena forma de empezar sería revisando aquellos hábitos
perjudiciales como el tabaco, el alcohol y, muy importante: la automedicación
(más frecuente y aceptado de lo que nos imaginamos).
Adicionalmente, hay que introducirlos en el concepto de
Alimentación Saludable, que se basa en que la comida tiene que cubrir los
siguientes pilares:
- Suficiente
- Equilibrada
- Variada
- Adaptada
También hay más cambios fisiológicos y psicológicos que
pueden afectar en el proceso de alimentación y que componen la otra cara de la
moneda que permite completar la nutrición. Estos son factores igual o
más importantes que la propia alimentación. Entre ellos, podemos mencionar:(2)
- Los hábitos alimentarios adquiridos a lo largo de la vida y que deberían adecuarlos a su nuevo estado de salud general.
- El estado emocional y la salud mental como elementos determinantes en esta etapa para cumplir con las recomendaciones dietéticas que se sugieran. Sabemos que a las personas mayores les cuesta mucho aceptar consejos y realizar cambios.
- La capacidad de tener vida social. Comer solo suele ser sinónimo de comer mal o hacer comidas desequilibradas. Como vimos, muchos mayores viven solos, pero algunos buscan activamente la compañía y otros se van recluyendo cada vez más.
- Grado de actividad. Luchar contra el sedentarismo mejora la evacuación, los niveles cálcicos y proteicos y estimula el apetito. La actividad física tiene que estar adaptada a la realidad física y a las posibilidades, por supuesto, pero es importante un mínimo de actividad diaria y, sobre todo, salir a la calle.
- Peso. Es necesario vigilar los cambios de peso involuntarios. El sobrepeso puede ser responsable de diversos problemas en las personas mayores. Evitar la obesidad que puede ocasionar problemas de movilidad entre otros; en el caso de que ya exista, se propone una pérdida de peso moderada para evitar la sarcopenia
Fuentes:
1. “Alimentación y nutrición saludable en los mayores” – Sociedad
española de geriatría y gerontología.
2.“Calidad de vida y formación en hábitos saludables en la
alimentación de personas mayores” - Luis Vicente Amador Muñoz y Macarena
Esteban Ibáñez – 2015
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